Recuerdo de una noche de verano...
Cambió de acera por el paso de peatones, anunciando su intención con la mano a medio alzar, en un gesto firme, que hizo frenar en seco a un taxista que parecía ir despistado, buscando un número en la calle. Se plantó en una carrera corta delante de su portal. Empezaba a lloviznar. Hurgó en el bolso para sacar las llaves. “Si me mira”, pensé, “quizás tenga una oportunidad”. Lo hizo en el momento que empujaba el portón. Y me sonrió, arqueando las cejas y musitando una “adiós” inaudible que me pareció un presagio avanzado. Decidí entonces que también iba a seguir sus pasos desde mi terraza. Desde aquel día, coincidí con ella en diversos lugares. En las tiendas del barrio, en los bancos del parque, en el estanco, en la parada del autobús; en la biblioteca; en la cola del teatro. Incluso en la farmacia. Siempre llevaba un libro en la mano y fumaba ávidamente. Tomábamos algún café de tarde en tarde; hablando de nuestros autores preferidos; de anécdotas triviales. Un día la invité a cenar. Declinó amablemente: “Viajo todo el día. Madrugo en exceso”.
Desde hace un tiempo que no sé nada de ella.
Un vecino que algo ido, de andares solitarios, tez blanquecina, y taciturno, me habló un día de ella. “Ha dejado el piso, parece. Un coche gris la recogió una tarde”. Me molestó que aquél individuo supiera más que yo de los andares de mis conciudadanos. Tuve entonces una idea. Me acordé de un detalle. Corrí hacia el estudio. Me agaché debajo de la mesa. Recogí de la papelera un papel amarillo de una docena de notas arrugadas, esbozos de posts que jamás verán la luz; poemas inacabados que jamás deberían haberse escrito. Garabateé una frase; rápida; nerviosa. Salí a la calle. Me colé en su edificio aprovechando que salía un inquilino. Mi aspecto deshilachado debió parecerle poco esperanzador. “Soy amigo de X.”, balbuceé. Se apartó del umbral, franqueándome el paso. Busqué su inicial en la hilera de buzones. Era fácil deducir su puerta. Subí a pie; pensando en qué le diría si ahora apareciese en el rellano. Llamé al timbre. Un eco de pasos olvidados retumbó en las paredes que imaginé vacías; antaño llenas de cuadros. Insistí, aguzando el oído. Un batir de ventanas abiertas parecía saludarme, sonriendo cruelmente de su solitud. Quizás esté o no esté, pensé. Quizás lea esta nota o quizás no, imaginé. Quizás responda o no lo haga. Quizás algún día vuelva al barrio o quizás no. Con ella todo era un “quizás”. Dejo enganchado en su puerta el recuerdo de una noche de verano. Un post-it sacado de una papelera. Quizás me lo devuelva. Quizás no.
Quizás…
Al volver a mi caverna me crucé con el vecino huraño. Vagaba con una gabardina rala, moteada por el polvo y raída por el uso. Parecía haber llorado. Quizás bebido. Su pena era mi pena y entramos en el bar de la esquina, nuestro bar, a refugiarnos de una pertinaz lluvia. Le pagué dos lingotazos de whisky de garrafa y nos deseamos suerte mutuamente. Empezé a contarle mi historia que pareció ya conocía. “Una noche de verano conocí una mujer…”.
* * *
Poques vegades he escrit posts en castellà. Dos cops, crec. Aquí i aquí. Segurament perquè els veïns, tot i que deuen ser catalanoparlants utilitzen aquest idioma per escriure. Segurament així em sento més a prop d’ells en aquest replà d’amplis hortizons. De fugides falses, De retorns imprevistos. De paraules enceses. De silencis ajornats.
Avui m’ha vingut de gust recordar-me’n d’ella. Demà, potser, serà d’algú altre.
Pujo de nou al terrat. Torre de guaita expectant. I miro com creuen el carrer, dialogant, veïns i veïnes a qui mai he saludat. Són mals temps per a la lírica. Per això es buiden pisos. Hi tenen tot el dret. El mateix que nosaltres de demanar que tornin algun dia i el mateix que tenen d’altres nouvinguts a procurar ocupar el seu lloc.
Fracassaran, segurament. Però el barri segueix viu, bategant amb força, cada dia.
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9 comentaris:
Ah! los amores de verano....
bones vacances ;)
Sovint us perdeu de vista, home i dona, en els teus relats. Talment com somnis.
Hi ha pisos que, temporalment estan de vacances... jo espero i desitjo que no se'ns buidin tots... i a ca la xurri, jo també faig servis dues llengües...
petons, veí, quan tinguis un pis a prop buit avisa'm! Muacks!
Bon relat, Veí.
Si és que ni la calor no et deixa descansar, eh?
crec que ha trobat el teu post-it
Atikus,
como los de invierno...
Duschgel,
sí; els posts són somnis, a cops.
Zel,
ok! Ja aniré mirant...
Violeta,
calor? quina calor? ;-)
Kha,
vaig a veure què diu...
gràcies veí :o)
Quin post més maco, veí!
Quan et poses així m'entendreixes tant...
Un petó!
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